Lejos del kitsch y de los tópicos volvemos a descubrir la Ruta66. Encontramos músicos, películas de Hollywood, indios y bandidos, triunfos y tragedias. Hay mucho más que la nostalgia de los años 50.



jueves, 18 de marzo de 2010

Armadillo Roadkill

Por las carreteras de la America rural se encuentra cantidad de cadáveres de animales. A parte de gatos y perros se identifica especies más exóticas como puercos espín o serpientes de cascabel. Habiendo viajado unas cuantas millas por Missouri, Oklahoma o Texas uno se acostumbra a la vista de armadillos atropellados. Ningún científico ha intentado a registrar estadísticamente esa masacre. En todo caso, el armadillo parece ser la victima número uno del tráfico americano aunque una de las razones por la cantidad de cadáveres visibles es que pocos animales pueden aprovechar de la carroña tan bien protegida.

Esas criaturas prehistóricas pueblan prácticamente todo el continente americano, desde Argentina hasta los Estados Unidos. Ante la cantidad de victimas en las carreteras uno puede temer su extinción, pero en realidad es justo lo contrario. El armadillo no inmigro hasta finales del siglo 19 desde Méjico y se sigue extendiendo. Hoy día ya vive en todo el suroeste y ha llegado hasta las puertas de Nueva York.

Muy pocos enemigos naturales tiene la fuerza para reventar su armadura y los humanos se lo comen solo en momentos de miseria extrema. Como durante la Gran Depresión: en los años 30 lo llamaban “Hoover hog” – el cerdo del presidente Herbert Hoover. En cambio, en grandes partes de la America Latina está apreciado como carne de la comida familiar.

A pesar de su aparente omnipresencia, hay que tener suerte para ver un ejemplar vivo. Durante el día se esconden en sus guaridas. Salen por la noche en búsqueda de insectos o ratones. Con su sensible olfato encuentran sus presas bajo tierra y las desentierran en segundos.

Como se orientan básicamente por el olfato parece que van borrachos, sin rumbo. En cada momento cambian la dirección de sus movimientos. Justamente aquí se encuentra su punto vulnerable: Mientras otros cuadrúpedos ventean cualquier peligro con otros sentidos, el armadillo confía exclusivamente en su nariz. Pero un camión acercándose a 60 millas por hora, se huele demasiado tarde. Además, el armadillo suele reaccionar de la forma más inadecuada pensable: En un momento de pánico da un salto para salvarse… justamente a la altura de la parilla delantera del camión …

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